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Carnaval: tiempo para el reencuentro y la alegría

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Carnaval: tiempo para el reencuentro y la alegría

En pocas horas el país vivirá el nuevo feriado de Carnaval, las familias preparan maletas para viajar y ser parte de los carnavales de Ambato, Guaranda y Amaguaña, considerados los más importantes de la patria.

El Carnaval es un tiempo para el reencuentro, las visitas y reuniones de familiares y amigos, un espacio para compartir con alegría.

El Carnaval es la negación de lo cotidiano. Es el símbolo de la fiesta popular; instaura el tiempo durante el cual es posible librarse de las restricciones habituales. Permite sobrepasar las reglas morales y sociales, todas las individualidades desaparecen bajo las máscaras y el maquillaje.

Gracias a los disfraces y a las máscaras, por un tiempo se olvida: la miseria, la enfermedad, el sufrimiento. Se puede cambiar de “condición”: los hombres se disfrazan de mujeres, los niños se otorgan derechos de adultos.

La reserva que habitualmente rige las relaciones sociales desaparece. El Carnaval posibilita un espacio para la sátira y el humor.  Al término de las celebraciones hay que valorizar el rito: los pecados y las tinieblas del invierno son entregados al fuego purificador, señala la investigadora Gabriela Guevara del IMP al describir al Carnaval, una de las principales expresiones del patrimonio inmaterial del país.

En el siglo XVIII, el Carnaval quiteño tenía definida una identidad criolla, mestiza, en la que se expresaba  una simbiosis cultural, como los carnavales de Europa, era festivo, mas no usaba caretas venecianas sino máscaras y disfraces indígenas, que la iglesia católica   tenía prohibidos pues, se creía que convocaban a las fuerzas de la naturaleza.

Luego, a lo largo del tiempo, personajes representativos del sistema como corregidores, curas, hacendados, capataces, soldados eran representados en los desfiles festivos. El Carnaval es una fiesta impuesta por los colonizadores españoles, pero estaba llena de contenidos anticoloniales: gentes embriagadas, fuertes voces indias, cuerpos negros en libertad, coplas burlescas e irreverentes y una ritualizada agresividad, expresada en un rudo juego con agua, harina y cascarones.

Las investigaciones indican que el origen del combate carnavalero está en los pucaras o batallas ceremoniales indígenas, en los que dos pueblos o parcialidades se enfrentaban en un rito de sacrificio, en busca de que la sangre humana cayera en  los suelos para fertilizar  la tierra.

Prohibidos los pucaras por las autoridades coloniales, los indios hallaron en el carnaval  la ocasión para celebrarlos, a pesar de que, el enfrentamiento con piedras se transformó en un combate simbólico  con cascarones, baldes y jeringas, donde se pasó de la toma de la plaza a la toma del barrio.

El Carnaval también instituyó otro ceremonial simbólico: el blanqueamiento colectivo  de los rostros, por medio de harinas y polvos de talco. Este rito de blanqueamiento era una novedad cultural y significaba que “las gentes de color” habían terminado por imponer a los opresores un ritual  figurado de mestización, gracias al cual, al menos por unos pocos días del año, todas las personas devenían en blancas, simbólicamente iguales y libres.

En la actualidad en gran parte del Ecuador se juega al carnaval con globitos o bombas, llenas de agua, así como con colorantes en el rostro y se acompaña con las coplas de carnaval que tienen un contenido político y social, pasando por un contenido amoroso y nostálgico, hasta tonos picarescos que involucran a hombres y mujeres.

En cuanto a la comida se consume especialmente el cerdo en preparaciones como la fritada, el chancho hornado, las morcillas de dulce y de sangre, carne de res, cuy, caldo de gallina y mucho licor. Esto sirve de provisión para los cuarenta días de abstinencia que vienen después del carnaval.

La palabra Carnaval viene de carro-naval,  en la antigüedad pagana-Grecia, en el Imperio Romano, los países teutónicos y celtas celebraban las fiestas a la llegada de la primavera, y como parte de la celebración tenían un enorme barco con ruedas (carrus navalis) que recorría largos trechos con una caravana de mascaradas, danzas promiscuas, canciones sarcásticas y obscenas, estas fiestas eran dedicadas a Baco y a Saturno.

La fiesta del Carnaval en España tiene sus raíces en el mundo griego y romano, matizada por los moros que vivieron ocho siglos en la Península Ibérica, la festividad llegó a América con la conquista española.

En el mundo  andino los Mitimaes y los Llactayos celebraban  cuatro fiestas importantes: el Inti Raymi, la segunda, cuando entregaban las armas a los hijos de caciques y grandes señores, la tercera el Cusqui raymi, en el nacimiento del maíz y la Citua, en la que los caciques e Incas celebraban en sus cortes.

En los inicios de la fiesta del Carnaval los indígenas llegaban al patio de la hacienda, con cantos, danzas y ofrendas en alimentos.

En la historia contada por el Padre Juan de Velasco menciona que el Paucar Huatay era considerada como una de las cuatro fiestas más importantes del calendario indígena, muy solemne y precedida de varios días de ayuno. Era la fiesta del florecimiento, donde rendían homenaje a la madre tierra.

Le invitamos a vivir en familia la fiesta del Carnaval no solo en Ambato y Guaranda, sino también en el centro histórico, el norte y el sur de Quito y las parroquias rurales de Amaguaña, Puéllaro, San Antonio y Nono.