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Un siglo de imágenes

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El Quito que conocemos hoy, y ante cuya belleza subyugante no cesamos de maravillarnos, no fue creación instantánea, ni tampoco apareció tal cual en la Colonia y permaneció estático hasta nuestros días. Al contrario, fue evolucionando: a la apertura de calles y el relleno de quebradas se sucedió la construcción de unas y otras casas, de unos y otros conventos, de unas y otras iglesias, todos los cuales, a su vez, fueron modificándose con el tiempo.