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Secretos de los ancestros: cómo el borrego alivia dolencias

En la comuna de Chilibulo, al sur de Quito, la medicina ancestral sigue viva, vibrante y en armonía con la naturaleza y el espíritu. Estas prácticas milenarias, transmitidas de generación en generación, nos recuerdan la sabiduría de nuestros ancestros y su íntima conexión con el entorno. Entre las joyas de la medicina tradicional, destaca la riñonada, un remedio eficaz para golpes, torceduras y dolores articulares. Este tratamiento, disponible en tercenas o tiendas de vísceras de ganado, es mucho más que una simple receta casera; es parte integral de nuestro legado cultural.

Luz Amaguaña, una de las guardianas de este conocimiento, heredó el saber de su madre y su abuela. Ella nos cuenta que la técnica consiste en usar la grasa del riñón del borrego. El proceso es sencillo: se deja secar la grasa por al menos cinco días, luego se sacan pequeños pedazos que se aplastan hasta que estén blandos y se frotan en la zona afectada. Después, se cubre con un periódico para mantener la curación y, como dice Luz, para «chupar el golpe». Este procedimiento se realiza idealmente antes de dormir, y al día siguiente ya se puede bañar.

Este conocimiento se mantiene como un tesoro que alivia los males y que no se encuentra en ninguna farmacia. Para Luz, la constancia y la fe en el preparado son claves para su efectividad: «Hay que seguirse frotando la riñonada hasta que el dolor se calme por completo», manifiesta. Este método no solo alivia la artritis y los dolores por esfuerzo físico, sino que también expulsa el frío del cuerpo, devolviendo movilidad y función a las articulaciones.

Sin embargo, esta técnica enfrenta la amenaza del olvido. La medicina occidental y la falta de interés en aprender esta habilidad disminuyen estas costumbres que son parte fundamental de la memoria social e identidad de nuestra comunidad. G/T