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Cabe: ícono de San José de Minas

Piola, madera y metal son tres elementos que se funden en un trompo de grandes dimensiones, protagonista de un juego tradicional único, considerado como patrimonio inmaterial del Distrito Metropolitano de Quito: el cabe.

Se reedita permanentemente en la parroquia rural de San José De Minas, ubicada al noroccidente, de la mano de entre cinco y seis jugadores, de los que saldrán dos bailadores y capitanes de los equipos. El grupo y sus acompañantes se apropian del espacio público y recorren varios kilómetros siguiendo el salto o el caminar de las bolas, que finaliza cuando una de estas llega a la meta acordada previamente.

Los trompos no se compran, pues el interesado debe escoger minuciosamente el trozo de madera que llevará a los carpinteros de la zona -especialistas en la materia- para que lo modelen y coloquen la punta a gusto del cliente. Luego, lo pondrán en manos de quien le recubrirá de metal, para evitar su deterioro por la fricción que ocasiona su lanzamiento contra la “bola”, que no es otra cosa que una especie de ficha de madera, también recubierta de metal.

Enrollar la piola en el trompo, lanzarlo con fuerza y hacerlo bailar sobre el piso, abrir los dedos de la mano y tomarlo para que continúe bailando en la palma del bailador, que luego lo agarrará y arrojará con fuerza sobre la bola, que yace en el suelo y sale “volando” como diríamos en el argot popular, al ser golpeada. Esta última acción da el nombre al juego, cabe.

Donde se detenga la bola será el punto de partida de la siguiente bailada, de lo que dan fe los jueces y acompañantes o barras que, a más de dar apoyo, verifican cada tiro, evitan el cruce de personas o vehículos o la pérdida de las bolas o trompos que se salen de la ruta.

Esta  actividad es cotidiana en Minas, pues al menos tres veces por semana los caberos (jugadores de cabe) pactan encuentros, que a la vez se convierten en espacios de socialización y fomento de la vida comunitaria. No obstante, es en septiembre, durante las festividades de la Virgen de la Caridad, cuando vive su momento de apogeo con los torneos interbarriales.

Actualmente hay un predominio de adultos entre los participantes, lo que constituye una preocupación entre ellos pues notan que las infancias y juventudes muestran poco interés por ser parte de esta manifestación, que podría enfrentar -en el futuro- el riesgo de desaparecer, como lo expone Jaime Herrera, presidente actual del grupo que caberos que suma alrededor de 200 integrantes.

Esta actividad es reconocida como recreativa, no solo porque ayuda a desarrollar habilidades motrices, sino porque permite el reforzamiento de vínculos sociales. Además, abre espacios para la transmisión de la memoria de la parroquia, mediante las historias que se narran conforme avanzan la ruta; y pasan los saberes de generación en generación, integrando la identidad de los mineños. IMP/ARS