Saltar al contenido

Inti Raymi o la reconexión con nuestro pasado

Cada 21 de junio el mundo andino reaviva la tradición ancestral del Inti Raymi. Esta celebración pone en evidencia la presencia de pueblos y nacionalidades en nuestro territorio, y ha sido difundida como un agradecimiento al dios sol por las cosechas recibidas y la llegada del solsticio de verano.

El mundo andino tiene cuatro celebraciones o raymis, que comprenden un ciclo: Inti Raymi (21 de junio, fiesta de la fecundidad de la Pachamama y la cosecha); Kulla, Killa o Kolla Raymi (21 de septiembre, culto a la fertilidad de la tierra, preparación para la siembra); Kapak Raymi (21 de diciembre, fiesta de la germinación); y Pawkar Raymi (21 de marzo, época del florecimiento). Estas han persistido por más de 500 años, consagrándose como una forma de resistencia a los procesos de colonización y a la discriminación histórica, provocada por el racismo.

El Inti Raymi es el evento con mayor visibilidad, probablemente porque celebra la cosecha, por los bailes, sus ritos, el número de personas que congrega, o tal vez por todas ellas. El hecho es que cada año las comunidades indígenas y campesinas se reúnen a rememorar esta fecha y reconectarse con sus antepasados.

En el Distrito Metropolitano de Quito, varias parroquias rurales lo celebran, principalmente en aquellas donde persisten formas de organización ancestral, como es el caso de las comunas. El día de fiesta se llevan a cabo los rituales de agradecimiento a la tierra, que incluyen baños energéticos, bailes y cantos al son de la flauta, rondín, armónica, guitarra, violín; ofrendas de semillas, flores, frutos, la pambamesa, quema de castillos, etc.

Cada uno de estos momentos está integrado por otras manifestaciones del Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) como los saberes heredados sobre las plantas, la oralidad, la cosmovisión. En los bailes se exhiben los trajes, los símbolos que forman parte de la identidad, la danza cuyo propósito es conectarse con la tierra. La pambamesa reúne componentes de la gastronomía de nuestros antepasados como: cuy asado, fritada, chicha; y también los productos cosechados: habas, mote, choclos. Los castillos involucran los saberes de las técnicas artesanales para construir una torre de luces, truenos y colores que animarán la fiesta.

La presencia y participación en esta festividad, así como cualquier otra manifestación de nuestro patrimonio inmaterial, demanda aprendizaje, valoración y respeto al proceso histórico, a quienes lo ponen de manifiesto y mantienen vivo. Valoremos la lucha de los pueblos y reavivemos en cada uno de nosotros el sentido de comunidad./ SC

¡El pasado nos une, el presente nos inspira!