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Púlpitos Quiteños

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Nunca vamos a dejar de asombramos por las bellezas que encierra Quito.

Sea que, desde la cumbre del Panecillo gocemos, en un día de sol, de los jardines y caminerías que acaba de realizar, con fruición, la municipalidad, y al levantar la vista nos sobrecojamos ante el panorama de sus colinas y nevados; sea que nos introduzcamos en sus iglesias y conventos; sea que recorramos sus modernas avenidas; sea que nos dirijamos a cualquiera de sus barrios, antiguos y modernos, siempre tendremos motivos para exclamar:“¡Qué lindo es Quito!”