Con pinceles, engrudo y pintura, las caretas tradicionales cobran vida convirtiéndose en símbolos del legado cultural de nuestra comunidad. Estas piezas han sido protagonistas -durante décadas- en las celebraciones de Año Viejo, comparsas y desfiles populares, conectando a las personas con sus raíces.
Cada año, miles buscan representar a sus personajes favoritos mediante muñecos elaborados con materiales diversos, desde los más simples hasta los más detallados. Y un componente indispensable es personalizarlo con una careta.
El proceso para elaborarlas parece sencillo, pero requiere de técnica y experiencia. El primer elemento es un molde elaborado con barro, yeso o cemento. Sobre este se colocan capas de papel maché o periódico, adheridas con engrudo -una mezcla espesa elaborada con harina y agua- que actúa como pegamento natural, hasta dar la forma deseada. Dependiendo del tamaño, se aplica entre 5 y 7 capas. Finalmente, con pintura se diseña las facciones con minuciosidad, de acuerdo a cada personaje: animales, monstruos, payasos, diablos, brujas, capariches, huacos, y desde luego, los políticos de turno, entre otros.
Diego Vaca, artesano y portador de este saber, mantiene viva la tradición de crear caretas, un conocimiento heredado de su abuelo Ángel, pionero en la producción y popularización de los rostros de políticos nacionales e internacionales de finales de los años 50 y principios de los 60. Entre estos personajes, quedaron grabados en su memoria Fidel Castro, José María Velasco Ibarra y los miembros de la Junta Militar que gobernó por esa época.
Estas piezas no son solo un accesorio para las fiestas, son una tradición que conecta a la comunidad con sus raíces. Durante década, han sido protagonistas en comparsas y desfiles populares. Aunque la demanda persiste, las elaboradas artesanalmente con las técnicas de los antepasados, son cada vez más escasas, pues la producción en serie o elaboración con materiales derivados del plástico, copan el mercado. Sin embargo, artesanos como él resisten y defienden este legado, testimonio de historia, esfuerzo, creatividad e identidad.
El conocimiento para elaborar las caretas, así como las festividades en las que se las utiliza, son una expresión viva del patrimonio cultural inmaterial del Distrito Metropolitano de Quito, así como de otras regiones del Ecuador.
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