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Aloguincho: listo el plan de salvaguarda de rituales de la cosecha

Seis meses de trabajo en territorio rindieron fruto: los rituales de la cosecha del trigo y la cebada de la comuna Aloguincho, parroquia rural Puéllaro (noroccidente del Distrito Metropolitano de Quito, DMQ) cuentan con un plan actualizado para su salvaguarda.

Este año, entre marzo y julio, el Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP) lo trabajó conjuntamente con la comunidad. Fueron varias visitas para establecer actores, recopilar información y encontrar estrategias que permitan proteger la manifestación. Jornadas donde quienes portan esta tradición, contaron sus formas de organización, significados, recuerdos y transformaciones que ha sufrido durante estos años. Así, identificamos al cambio productivo hacia el maíz, como la principal amenaza para su desaparición, pues sin el trigo y la cebada, no existen las condiciones materiales para recrearlo.

Al momento se cuenta con el plan de salvaguarda, mismo que será entregado al Instituto Nacional de Patrimonio Cultural para su aprobación. Su ejecución está prevista entre 2025 y 2029. En 2018, esta manifestación y la de los Rucos del Valle de los Chillos, fueron incluidas en el listado representativo del Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) del Ecuador. La Alcaldía de Quito, a través del IMP –como ente ejecutor de la política sobre el patrimonio cultural- desarrolló esta herramienta e iniciará la actualización del plan de salvaguarda de los Rucos del Valle de los Chillos.

Aloguincho está ubicada a 2.850 msnm, a 80 km de Quito, y cuenta con alrededor de 4.700 habitantes.  Los rituales del trigo y la cebada son un evento reconocido entre sus pobladores. Algunos de los elementos significativos son los cantos y la radimpa. De los primeros existe un saber histórico transmitido de generación en generación, que incluye las letras de los cantos y sus entonaciones. Un conocimiento empírico desarrollado a través del oído y la transmisión de saberes, pero también al compartir con vecinos, familiares y amigos. La radimpa es una práctica de reciprocidad que se daba durante los días de la cosecha y consiste en devolver el favor, es decir que cuando una parcela estaba lista cosecharse, el dueño solicitaba a los vecinos su apoyo. A cambio, él prestaría su mano de obra cuando llegara la hora de la recoger los productos de las parcelas de quienes colaboraron. Esta práctica no solo representa una dinámica de trabajo entre los comuneros, sino también una forma de sostener los vínculos sociales.

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