Ubicada al norte de la antigua quebrada de Ulluguanguayaku, hoy convertida en el Bulevar 24 de Mayo, el origen del nombre La Ronda es algo incierto. Existen varias hipótesis, que van desde un parecido con el pueblo de Ronda (Andalucía) que habrían encontrado los hispanos al mirar el camino desde el sur de la quebrada, pasando por la forma curva de la calle, hasta las rondas nocturnas que se realizaban entre los siglos XVIII y XIX avisando la hora.
Lo cierto es que la hoy llamada calle Juan de Dios Morales, que en realidad nunca ha perdido ese nombre popular de La Ronda que viene desde hace varias generaciones, conserva uno de los entornos más pintorescos y tradicionales de la ciudad, en el que la estrechez de su vía empedrada y la sencillez andaluza de la mayoría de sus fachadas nos transportan a la época previa a la Independencia, cuando Quito aún no vivía el furor del neoclasicismo.
Sin embargo, su existencia se remonta a la época precolombina, pues su trazado responde al camino que utilizaban los indígenas para llegar hasta el fondo de la quebrada, donde discurría un riachuelo con las aguas llegadas desde el Pichincha a través de La Chorrera, en el que se aprovisionaban de agua, bañaban, lavaban su ropa y desaguaban los granos.
En el siglo XIX se construyeron los puentes de piedra que cruzan sobre la calle y de alguna forma marcan el inicio y fin del espacio: el del Mesón al oriente, sobre el que transcurre la avenida Maldonado y que fue construido en el Gobierno de Gabriel García Moreno; y el de la Paz en el occidente, que permite el paso de la calle Venezuela, mismo que sería reedificado durante la presidencia de Eloy Alfaro.
Durante la primera mitad del siglo XX La Ronda se convirtió en el epicentro de la vida bohemia de la ciudad, con numerosos artistas y escritores que residían o visitaban continuamente sus casas, espacios de tertulia como fondas y cantinas donde nacieron poemas y canciones, así como personajes cotidianos que la recorrían, tal como el recordado Taita Pendejadas que comparaba y vendía objetos usados y los cargaba encima de sí mismo.
Hoy La Ronda constituye un lugar turístico importante, con cafeterías, restaurantes, tiendas de artesanías, galerías de arte y uno de los pocos sitios en los que aún se pueden encontrar talleres de oficios tradicionales como la hojalatería.