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Checa

La parroquia rural de Checa, ubicada al nororiente del Distrito Metropolitano de Quito y a 35 km del centro urbano, es un territorio de 89,75 km² que alcanza altitudes de 2.578 msnm, lo que le otorga microclimas que van del páramo al subtropical. Originalmente habitada por los pueblos kitu y caranki, fue incorporada al sistema de encomiendas españolas tras la fundación de Quito en 1534.

Su nombre rinde homenaje al coronel Feliciano Checa, propietario de la histórica hacienda Chilpe Grande, epicentro de reuniones independentistas. Con el nacimiento de Ecuador en 1830, la comunidad diversificó su economía hacia la agricultura y la ganadería, incorporando en el siglo XX el cultivo de flores para exportación y mejorando sus vías de acceso.

Con una población de 11.492 habitantes en 2022, Checa conserva vivas tradiciones como el Carnaval bolivarense, con desfiles y comparsas inspiradas en Guaranda, y la fiesta patronal del Señor de la Buena Esperanza, que incluye el paseo de las flores con priostes y banda de pueblo.

El Parque Bellavista, de cinco hectáreas, es el principal espacio de encuentro social, donde se realizan ferias de productos locales y espectáculos culturales. La iglesia del Señor de la Buena Esperanza, con elementos barrocos en su retablo y fachada, es el centro espiritual y arquitectónico de la parroquia.

Además de la hacienda Chilpe Grande, destaca también la hacienda La Tola, muestra de arquitectura colonial rural actualmente reconvertida en florícola, así como el Qhapaq Ñan que atraviesa el territorio. Este conjunto de patrimonio histórico, tradiciones vivas y riqueza natural se convierte a Checa en un destino ideal para el turismo cultural y vivencial.

Carnaval

El Carnaval de la parroquia rural de Checa surge hace poco más de una década gracias a la comunidad bolivarense asentada en la zona, que quiso honrar la hospitalidad local adoptando la tradición festiva de Guaranda y adaptándola al contexto andino de la provincia de Pichincha.

Esta fusión se manifiesta en desfiles de comparsas al son de sanjuanitos y cachullapis, interpretados por bandas mochas, y en la evocación de personajes míticos como el Taita Carnaval y su contraparte femenina, la Madre Carnaval, que simbolizan el poder terrateniente y la fecundidad comunitaria. La gastronomía típica refuerza la cohesión social y la memoria colectiva.

La agenda festiva incluye un desfile inaugural en la Plazoleta Noboa, seguido de la elección de la reina, juegos tradicionales, presentaciones artísticas y un corso entre el Parque Central y el estadio, complementados por una feria de artesanías y exhibición culinaria.

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