La Guaragua es un pasaje peatonal con escalera que corresponde al extremo más oriental de la calle Galápagos, entre Guayaquil y Luis Vargas Torres, en el Centro Histórico de la ciudad. Este pequeño enclave urbano alberga uno de los edificios más singulares de la capital ecuatoriana, caracterizado por su distintivo arco elevado que cruza sobre la escalinata y permite el paso libre de los transeúntes.
El edificio fue construido originalmente en 1916 bajo el diseño del arquitecto alemán Franz Schmidt en estilo neoclásico. Inicialmente conocido como Pasaje Chiriboga, experimentó una importante remodelación en 1929 a cargo del arquitecto italiano Antonino Russo, quien le confirmó su aspecto actual incorporando elementos neoclásicos y detalles art-nouveau en la ventanería del arco.
El nombre Guaragua proviene del kichwa y significa “lugar pintoresco tachonado de estrellas” o “adorno exagerado”, denominación que originalmente se aplicaba a todo el sector circundante, pero que con el paso del tiempo se redujo únicamente a este pasaje debido a la forma singular de su arco, considerado un elemento arquitectónico fuera de lo común para el Quito de inicios del siglo XX.
Durante las décadas de 1920 y 1930, La Guaragua se convirtió en un importante centro cultural y social, frecuentado por artistas como Oswaldo Guayasamín, bohemios, músicos y literatos. El lugar inspiró al escritor Pablo Palacio para su obra “Un hombre muerto a puntapiés” y se menciona en la canción “Chulla Quiteño”.
Como parte del Centro Histórico declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1978, La Guaragua ha sido restaurada y funciona actualmente como el Paseo de las Artes, manteniendo viva su tradición a través de exposiciones artísticas y actividades culturales contemporáneas.