Los poncheros quiteños representan una tradición de más de 200 años que se originó en 1755, cuando los ingleses y franceses introdujeron una bebida llamada Punci en la capital de la entonces Real Audiencia de Quito. Esta bebida espumosa, preparada con malta de cebada, huevos, azúcar y esencia de vainilla, se convirtió rápidamente en parte integral de la vida cotidiana de la ciudad, siendo consumida inicialmente por sacerdotes, frailes, monjas y nobles.
En 1930 se fundó la Asociación de Poncheros La Magolita, que llegó a contar con 120 trabajadores afiliados, y desde entonces son reconocibles por su uniforme característico: camisa blanca, pantalón azul marino, mandil blanco y gorro de marinero. Transportan carritos de madera con barriles de cobre de 50 libras, recorriendo diariamente las calles del Centro Histórico durante jornadas de hasta 12 horas.
Aunque el número de personas dedicadas a este oficio ha disminuido significativamente, pasando de los 120 originales a entre 15 y 46 activos actualmente, esta tradición mantiene su importancia como patrimonio cultural inmaterial de Quito. En 2022, el Municipio otorgó reconocimiento oficial a 27 poncheros, validando su contribución al conservar los conocimientos tradicionales que constituyen un símbolo viviente de la identidad quiteña, conectando el pasado colonial con el presente urbano a través de sabores y memorias culturales compartidas.