El Museo de sitio La Florida constituye una de las manifestaciones arqueológicas más significativas del patrimonio quiteño, establecida sobre una necrópolis prehispánica que data del período de Integración Temprano (220-680 dC). Ubicado en el barrio San Vicente de La Florida, en las laderas noroccidentales del Pichincha, el sitio fue descubierto fortuitamente en 1980 durante la construcción de una cancha de fútbol.
Los primeros indicios arqueológicos se remontan a 1909, cuando Jacinto Jijón y Caamaño examinó restos cerámicos del área, asignando a esta cultura el nombre de Chaupicruz. Las investigaciones sistemáticas comenzaron con León Doyon (1984-1989), quien excavó las primeras tumbas y desarrolló dataciones carbono mediante 14. Posteriormente, el FONSAL retomó los estudios entre 2001-2009 bajo la dirección de María del Carmen Molestina Zaldumbide, quien realizó los análisis más detallados sobre el pensamiento simbólico y funerario de los habitantes.
La necrópolis se caracteriza por sus tumbas de pozo profundo de hasta 17 metros, excavadas en forma circular perfecta en la cangahua volcánica. Estas sepulturas albergaban entierros múltiples (promedio de 16 individuos) acompañados de un rico ajuar funerario que incluye 240 vasijas cerámicas con pintura negativa, 110 piezas de oro, 4 ponchos de concha spondylus y textiles diversos.
El museo representa un caso paradigmático en la arqueología ecuatoriana por su conservación in situ, metodología científica multidisciplinaria y socialización del conocimiento. Actualmente administrado por el Instituto Metropolitano de Patrimonio, ofrece visitas gratuitas y programas educativos. Su importancia trasciende lo arqueológico, constituyendo un laboratorio que permite comprender las prácticas funerarias, organización social y cosmovisión de la cultura Quitu, fortaleciendo la identidad cultural ecuatoriana.