La parroquia rural de Nanegal, ubicada al noroccidente del Distrito Metropolitano, constituye un importante patrimonio histórico y cultural de Quito con una superficie de aproximadamente 350 km² y una población de 2.560 habitantes.
Su historia se remonta a más de 2000 años, siendo originalmente territorio del pueblo yumbo (800-1660 d.C.), una cultura preincásica que desarrolló importantes centros ceremoniales, sistemas de intercambio comercial y dejó vestigios arqueológicos como tolas, culuncos y centros ceremoniales. Durante la época colonial estuvo bajo administración de los Padres Mercedarios, y fue reconocida oficialmente como parroquia civil en 1881 durante la presidencia de Gabriel García Moreno.
El patrimonio arquitectónico de Nanegal incluye su iglesia de diseño contemporáneo y el parque central, ambos restaurados por el antiguo Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural (FONSAL). La parroquia forma parte de la Mancomunidad del Chocó Andino de Pichincha, territorio declarado Reserva de la Biósfera por la UNESCO en 2018.
Su importancia patrimonial radica en ser testimonio vivo de la continuidad cultural desde las civilizaciones preincásicas, conservar arquitectura patrimonial restaurada institucionalmente, mantener tradiciones culturales locales, y formar parte de uno de los ecosistemas más biodiversos del planeta.
Memoria histórica de los arrieros de Nanegal
La arriería en la parroquia Nanegal constituye un patrimonio cultural intangible de gran importancia histórica y social que se remonta a las primeras décadas del siglo XX. Los arrieros fueron actores fundamentales en el sistema económico regional, transportando a lomo de mula productos como panela, aguardiente, café, frutas y hortalizas desde Nanegal hacia los mercados serranos y la capital, en una época donde no existían vías vehiculares.
Estos trabajadores utilizaban antiguos caminos prehispánicos e incaicos, siendo el Camino Auca o Camino Yumbo la ruta principal que conectaba Nanegal con Calacalí a través de Yunguilla, Chacapata y La Playa. Esta actividad perduró hasta 1957, cuando se inauguró el camino lastrado Nanegalito-Nanegal, y posteriormente con el asfaltado en 2006, lo que marcó el declive del oficio a favor del transporte motorizado.
La importancia de los arrieros trasciende lo económico, representando un elemento cultural que articuló redes de parentesco, trueque e intercambio social. Su legado pervive en la memoria colectiva a través de leyendas, anécdotas y tradiciones orales que se mantienen en fiestas parroquiales y programas educativos rurales. Los senderos, puentes colgantes y equipos de arreo forman parte del patrimonio material, mientras que las rutas históricas se han convertido en senderos ecoturísticos que fortalecen la identidad nanegalense y promueven el turismo comunitario, asegurando la conservación de este invaluable legado para las futuras generaciones.