Chimbacalle, ubicado en el sur de Quito, es uno de los barrios más emblemáticos de la capital ecuatoriana, cuyo nombre deriva del kichwa “chimba” (al frente) y el español “calle”, constituyendo “la calle de enfrente”. En la época prehispánica era conocido como Pillcokancha, funcionando como espacio para ofrendas indígenas, y durante la colonia adoptó el nombre de San Juan de Machángara. Como parroquia rural indígena, servía de acceso principal a Quito para los pueblos originarios del sur del territorio.
El 25 de junio de 1908 marcó un hito trascendental para el sector con la inauguración de la Estación del Tren de Chimbacalle por el General Eloy Alfaro. Este proyecto ferroviario, iniciado en el Gobierno de Gabriel García Moreno, unió por primera vez la Sierra con la Costa y redujo el viaje entre Quito y Guayaquil de un mes a tres días. La llegada del ferrocarril transformó radicalmente el barrio, convirtiéndose en el elemento articulador del espacio y propiciando el establecimiento de las primeras fábricas.
Durante el siglo XX, Chimbacalle se consolidó como el núcleo industrial más importante de Quito. Las fábricas textiles La Industrial (1935-1999) y La Internacional (1923) fueron pilares fundamentales de este desarrollo. Hacia 1953 La Industrial empleaba a más de mil obreros y procesaba algodón crudo para producir diversos tipos de telas. Los Molinos Royal, construidos en la década de 1930, constituyen otro elemento patrimonial característico del sector, siendo declarados Patrimonio de la Ciudad.
Una transformación patrimonial significativa ha sido la conversión de la antigua Fábrica La Industrial en el Museo Interactivo de Ciencias (MIC), inaugurado en 2008, en el que se ofrece educación científica mediante diversas exposiciones y un Museo de Sitio que recrea las condiciones laborales de la época fabril. Así mismo en la antigua Fábrica Lanfor, actualmente funciona ConQuito, institución municipal que promueve el desarrollo económico mediante programas de empleabilidad y emprendimiento.
Chimbacalle constituye el testimonio vivo de la transformación urbana e industrial de la ciudad, representando la cuna de la modernización ecuatoriana y el hogar inicial de la clase obrera quiteña.