San José de Minas es una parroquia rural ubicada a 80 kilómetros de la capital ecuatoriana, al norte del Distrito Metropolitano de Quito. Con una extensión territorial de 304 km², constituye la tercera parroquia rural con mayor superficie en la provincia de Pichincha, y según el Censo 2022 cuenta con 5.589 habitantes, evidenciando un decrecimiento poblacional sostenido desde 1990.
El territorio, que se parroquializó el 14 de septiembre de 1870, alberga importante patrimonio arqueológico precolombino representado por las tolas de los barrios Alance, San Vicente, Santa Rosa y La Chonta, estructuras construidas por culturas preincaicas que funcionaban como cementerios, sitios ceremoniales y residencias de caciques. Durante la época virreinal hispana se destacó por la extracción de material pétreo de sus minas, así como por la producción de caña de azúcar y aguardiente distribuidos en Quito.
Su principal patrimonio arquitectónico es la Iglesia Parroquial de San José de Minas, construida bajo la dirección del sacerdote alemán Pedro Brüning, cuya primera piedra fue colocada en 1937 y sería terminada en la década de 1950. El templo, elaborado con piedra y cal local, alberga la imagen de la Virgen de la Caridad y fue declarado santuario del Estado. Las festividades patronales se celebran el 24 de septiembre, coincidiendo prácticamente con el aniversario de parroquialización.
San José de Minas representa un valor patrimonial excepcional para el Distrito Metropolitano por su diversidad de pisos ecológicos, patrimonio cultural inmaterial, arquitectura tradicional con adobe y teja, y su papel estratégico en el turismo rural como parte de la Ruta Escondida.
Juego del cabe
El juego de los Cabes es una manifestación del patrimonio cultural inmaterial de la parroquia rural de San José de Minas, en el Distrito Metropolitano de Quito, que se practica desde tiempos ancestrales durante las festividades de la Virgen de la Caridad y encuentros semanales entre caberos.
Este juego tradicional, también conocido como Trompo Gigante, consiste en que dos equipos de cinco a seis jugadores se turnen para bailar el trompo y golpear una ficha de madera recubierta de metal llamada bola. El proceso inicia cuando se enrolla la piola en el trompo y se lanza con fuerza para que gire, luego el “bailador” lo controla en la palma de la mano y lo proyecta contra la bola, que debe recorrer aproximadamente un kilómetro hasta completar la ruta.
Los materiales tradicionales de fabricación de los trompos incluyen madera dura de arrayán, roble o cerote rojo, con recubrimientos metálicos en la cabeza y punta para evitar el desgaste, además de piolas resistentes y herramientas especializadas como formones para el torneado.
Su valor patrimonial trasciende lo lúdico, ya que fortalece la cohesión comunitaria, sustenta el trabajo artesanal de carpinteros locales que elaboran trompos personalizados, y durante septiembre cobra especial relevancia con torneos interbarriales que preservan las historias y saberes de la parroquia. Además, participa en campeonatos regionales en Tabacundo, consolidando su expansión más allá de San José de Minas y su carácter ancestral.